domingo, 27 de octubre de 2013

El secreto de la Tortuga

Como no podía ser de otra manera, el sábado fuimos a la Tortuga, esta vez no solo a la ludoteca sino que Gabi se ofreció a enseñarnos algunas de las playas de este pueblecito que la tiene enamorada. Madrugar mereció la pena, y el trayecto en combi fue de lo más ameno, el clásico R. Madrid vs F.C. Barcelona se vive en todo el mundo, y aunque no sea gran aficionado al fútbol, fue la escusa perfecta para poder charlar un poco de todo con otro de los viajeros.

Vistas desde la Combi
La casita
Llegamos a la tortuga, Gabi nos está esperando, junto a ella 5 “churres” (como aquí llaman a los niños) y un mototaxi. Panduro tiene 14 años y cuenta con 4 de experiencia en esto de la conducción, será nuestro chofer durante la mañana. Subimos TODOS (sedal y anzuelo en mano) y en marcha hacia las distintas playas: “La casita” y “El cenizo” fueron las primeras, esto son playas con encanto... Andábamos justos de tiempo y había que pasar por el pueblo para ir al destino más deseado por todos los que allí estábamos la playa de “El lobo”.

El Cenizo
Primera parada, Chiquilato (un anciano ciego del pueblo al que Gabi le brinda toda su atención) no puede faltar a la cita, ahora yo cambio de plaza en el mototaxi… ¡Al maletero!; Segunda parada, la casa de Panduro, necesitamos sal, limón y un cuchillo antes de dirigirnos a la playa ¡Ahora somos 11 en el mototaxi!

Una vez allí, cada uno buscaba su ocupación, María y yo decidimos conocer la playa a base de fotos, algunos churres buscaron cangrejos y caracolas de los que extraer carnada para seguidamente empezar a pescar, otros en cambio decidieron bañarse en las pozas que las rocas nos brindan Chiqui entre ellos. Al final de la mañana Marita viene por la playa, ha ido en busca de cabrillas (un tipo de pez común en la zona), pues a los churres no se les estaba dando muy bien la pesca… Ellos mismos se encargan de limpiar el pescado para degustarlo en ese mismo instante, yo jamás he probado un pescado más fresco que ese, recién pescado y sin cocinar (aquí es relativamente normal teniendo en cuenta que uno de los platos más típicos del Perú es el ceviche, que es pescado crudo marinado en limón). En fin toda una experiencia que recordar.


Hablando con Gabi al ver a aquellos niños desenvolviéndose por aquellos lugares, aprovechando todos los recursos de la naturaleza, y aprendiendo con todo ello, me dijo que ella preferiría ser niña en la Tortuga que en Piura, me quitó la palabra de la boca... Me sentí tan identificado con aquellos niños... Está claro que hay cosas que estés donde estés no cambian, aquí también hay niños de ciudad y niños de pueblo.

Pero no debíamos olvidar nuestra función en la Tortuga, el aula de la mar nos estaba esperando para un día más jugar y aprender todos juntos.

Aquí os dejo algunas fotos del día.





2 comentarios:

  1. Bueno, las experiencias que se viven en un viaje como el vuestro no son solo en el aula o la escuela, no solo en la calle, también haciendo visitas turísticas se aprende un montón. La vivencia que Guillermo refleja me lleva a pensar lo que ha sucedido en nuestro país donde los pueblos han sido abandonados, la gente se ha ido a las ciudades... Pero en muchas ocasiones, yo he tenido la ocasión de vivirlo en el puente del pasado fin de semana, con motivo de los Santos, la gente vuelve al pueblo y lugares vacíos, se llenan de nuevo. Todo el mundo coincide, la vida en el pueblo tiene grandes encantos... Pero todo el mundo se acaba marchando, nos faltan cosas. Y es que a veces confundimos llenar nuestra vida de cosas, con llenar nuestra vida con personas y corazones. Por eso en nuestro contexto, mucha gente se va durante la semana para trabajar de sol a sol y vivir en un pequeño piso, soñando con que llegue el fin de semana y poder respirar en el pueblo. Yo estoy seguro de que nos han engañado y que se puede vivir mejor de otro modo. Vosotros habéis visto que la pobreza también encuentra diferencias cuando el contexto es más agradable. Yo también preferiría ser niño en Tortuga, en un pueblo, donde poder estar cerca de la naturaleza y aprender de ella. Me parece una idea estupenda, pero nos debe llevar también a pensar que más cosas podemos hacer, como las que de hecho Gabi está proponiendo en el "aula del mar", para que los pueblos también reciban estímulos.
    Espero seros de utilidad y no un pesado. Nos vemos,

    Roberto

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    1. En efecto cada momento que pasamos por aquí es un aprendizaje nuevo, estemos donde estemos, incluso de turismo... Pues el mejor turismo que estamos realizando es el social, conociendo la cultura y la gente de aquí.
      Lo que supone vivir en un pueblo, no podría definirse mejor que como has escrito, "grandes encantos". Es una pena que nos "falten cosas", pues como he podido comprobar durante mi estancia por Perú, podemos vivir con mucho menos, nos hacen creer que necesitamos algunas cosas cuando no es así. Normal que después añoremos al pueblo y su gente.
      Desde mi punto de vista, debido a la educación que mis padres me han dado y por el contexto familiar en el que he crecido, existe una forma diferente de educar, donde el contacto con la naturaleza sea el medio transmisor de conocimientos y que para mí es de lo más enriquecedor en la formación de las personas.
      Gracias por todo, un abrazo

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